COLUMNISTAS¦OPINION

Presenciamos días atrás uno de los rescates más espectaculares y perfectos de la historia de la humanidad. Desde la comodidad de nuestros hogares fuimos testigos privilegiados de la salida del «pozo»de los mineros atrapados luego del derrumbe de una mina en Chile.

Perfecta coordinación entre la ingeniería, física e ingeniería para constuir el agujero por el que saldrían del «infierno»  33 personas atrapadas desde hacía más de dos meses.

Cada abrazo, grito o beso los presenciamos sin perdernos un detalle, es más acompañamos la emoción con nuestra lágrimas y terminamos fundiéndonos en un fuerte abrazo 33 veces con Piñera.

Porque el presidente chileno no se movió de la boca del agujero, impecablemente entrajado y siempre con su mejor sonrisa  recibió a todos y cada uno de los rescatados.

Eso si, siempre de frente a las cámaras, a las que se les podía escapar cualquier detalle, menos, el abrazo del «presi». Quedó claro que como buen hombre de negocios conoce muy bien el marketing y para mejorar su popularidad no encontró mejor producto que estos mineros.

Lo que no me gustó como le quedaba, era el casco, no se si por el traje o porque el hombre es multimillonario, como que no pegaba. Aunque para esto yo  tengo mi teoría, ese casco es el símbolo de la explotación que sufren los mineros en Chile y todo el mundo, por lo que, a un representante del poder económico reinante no le puede quedar bien.

Porque Piñera por el momento sacó su redito político, por el momento.              Porque  en Chile hay gente que tiene memoria la que seguramente le va a recordar de ahora en adelante, por ejemplo que entre  entre 1990 y 2005 en 650 accidentes ocurridos en faenas mineras se murieron 742 mineros. O que el 19 de junio de 1945 murieron asfixiados  por un incendio cuyo humo invadió rápidamente los túneles 354  trabajadores.

Y hay un sinnumero de ejemplos similares a los anteriores que hablan a las claras del número de vidas que se toma la minería del pueblo trabajador, sin nombrar las esclavizantes formas de trabajo que sufren los mineros. Seguramente en ninguno de estos casos van a estar las cámaras para denunciar la situación y muchos menos va a aparecer Piñera.

Podríamos seguir hablando largo rato de este tema, que tiene una gran cantidad de aristas, casi todas invadidas por el mercantilismo, el consumismo y la frivolidad, adalides de la sociedad actual, pero debemos reconocer, aunque nos moleste, que «este Piñera es un tigre».

Edgar Machado Costa