Se apagó una luz fuerte del humor y la música uruguaya. 

Julio Frade, ese pianista, actor, humorista, locutor y referente de generaciones, falleció el viernes 19 de setiembre de 2025, a los 81 años. 

Vida cultural y trayectoria

Desde muy pequeño comenzó a forjar su arte: estudió piano a los 4 años, aprendió solfeo y armonía, y ya a los catorce años se vincula profesionalmente con la música, participando de agrupaciones de jazz nacionales como los Chicago Stompers. 

Su formación incluyó experiencias en el extranjero: obtuvo una beca del American Field Service que lo llevó a Nueva York y se perfeccionó en música en el Berklee College de Boston. 

En la televisión, Frade fue parte esencial de piezas como Telecataplum, Decalegrón, Casquito y Cascote, entre otros. Su humor, siempre inteligente, reflejaba no sólo la comicidad sino también una relación cercana con el público. Creó personajes que se quedaron en la memoria colectiva. 

Paralelamente, su rol en la radio también fue notable. El ciclo Frade con permiso, que él condujo cerca de 40 años por distintas emisoras, fue uno de sus espacios más queridos. 

Despedida profesional

Hace algunos meses, su salud comenzó a mostrar señales de desgaste. En abril y mayo de este año sufrió un cuadro de infección urinaria que lo llevó a estar hospitalizado, debilitado. 

Ese deterioro, sumado al cariño del público y al peso de los años, lo condujeron a tomar una decisión que muchos anticipaban: retirarse. El programa radial Frade con permiso terminó oficialmente luego de cuatro décadas al aire. 

Murió en paz, según allegados, destacan crónicas de El País y El Observador de Montevideo. 

El legado

El adiós de Julio Frade marca el cierre de un capítulo importante del humor y la cultura popular de Uruguay. Él era, además de su talento individual, un símbolo viviente de aquella llamada “generación dorada” del humor uruguayo, junto con figuras como Ricardo Espalter, Eduardo D’Angelo, Enrique Almada, y otros. Con su partida, se va el último representante vivo de ese grupo fundacional. 

Más allá de la risa, dejó música: discos, conciertos, obras, piezas de jazz, tango, colaboraciones con músicos locales e internacionales. Su instrumento —el piano— fue vehículo de expresión, emoción, sutileza. Y su voz —la actuación, la palabra radial—, puente entre generaciones. 

INSPIRADOR

Cuando un creador con tanto recorrido se va, lo que queda no es solo lo que hizo, sino lo que inspiró. Julio Frade inspiró respeto por la disciplina, amor por la cultura, por el humor como acto profundo de humanidad. Fue faro para quienes crecieron viéndolo en la pantalla, escuchándolo en la radio, aprendiendo con su música.

Uruguay entero —y no solo Uruguay— se viste hoy de luto artístico. Porque no se trata solo de una figura que deja de estar, sino de una parte de la historia cultural que queda marcada: en recuerdos, en risas, en acordes, en silencios que dicen mucho.