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FloridAdiariO recibió un reconocimiento del Laboratorio del Hospital Florida. Nos hincha el pecho, pero por sobre todo, nos interpela

EMILIO MARTÍNEZ MURACCIOLE

El Laboratorio de Análisis Clínicos del Hospital Florida “nos interpela a todos”, dijo el doctor Luis Rodríguez durante el acto que esa dependencia del centro asistencial hizo para, entre otras cosas, narrar el camino que ha recorrido en los últimos quince años; también para anunciar el que proyecta. Y es así, al menos personalmente: nos interpela.
Es trasladable a cualquier área la vergüenza que genera en los ajenos ver a un equipo trabajando comprometidamente en “el vicio de la mejora continua”, como dijo la gerente general de ASSE, Alicia Ferreira, el día que el laboratorio obtuvo el premio Compromiso con la Gestión Pública 2013, categoría Plata, que entregó el Instituto Nacional de Calidad. No es sólo la acreditación en la norma ISO 15.189, siendo el único estatal en América Latina en obtenerla, ni el premio a su compromiso y calidad, con todas las etapas que ha pasado para ello. Esos aspectos son, en todo caso, consecuencias.

Un acercamiento superficial al laboratorio permite ver desde la incesante formación de quienes trabajan (lo que, se nota, no viene con meras intenciones de engordar currículums y apoltronarse allí), el ingenio para que continúe creciendo y mejorando el servicio (lo que se ha conseguido en parte gracias a acuerdos con privados aplicando el ganar-ganar), al interés interminable por calibrar cada vez mejor el proceso que recorren las muestras. Esto último abarca, incluso, la etapa previa a que éstas sean tales (dos tercios de los errores en los resultados son generados en la fase preanalítica; es decir cuando el usuario no cumple adecuadamente, en las horas previas a la extracción, las indicaciones que le han hecho).

En las muestras hay información; información de personas que llegará a otras personas, especialistas ellas, y que servirá para que estas últimas puedan tomar decisiones, o ayudar a tomarlas. Más del 90% de esos especialistas no sólo confía en esa información, sino que la considera “muy buena”. Los demás la consideran “buena”.  Y aun así, la gente del laboratorio sigue enviciada en querer mejorar; lo que siempre es posible. Siempre hay margen.

FloridAdiariO, aunque haya sido en primera persona y con el adjunto de coberturas y trabajos para otros soportes, recibió –junto a otros medios- un reconocimiento del laboratorio, lo que nos hincha el pecho. Pero por sobre todo, nos refresca el interpelarnos.

Los medios  producimos información que en gran medida es digerida por no especialistas. Quienes trabajamos en los medios vernáculos solemos tener una escasa o nula formación (creo que sería hasta optimista decir, por ejemplo, que en promedio el mayor nivel educativo alcanzado por los trabajadores de la prensa de estas latitudes es Secundaria). Hace relativamente poco tiempo un colega me decía que no temía afirmar que el 90% de los trabajadores de la prensa local no dedica ya no una hora diaria, sino semanal o mensual a actividades de formación. Ni siquiera a leer, lo que queda al desnudo en imperdonables faltas de ortografía que se libran sin pudor alguno en las redes sociales, según subrayaba. Tal vez tenga razón. Es creíble en tiempos en los cuales, por estas tierras, se sigue escuchando hablar de “la objetividad” como un atributo (‘yo soy un/a periodista objetivo/a’, se subraya, sin reparar en que se ha quedado estancado en un debate laudado hace décadas, lo que es comparable a un anestesista mojando algodones con éter en un block quirúrgico), o en los que las referencias, los faros, pueden ser Julio Ríos o Jorge ‘Toto’ Da Silveira.
Y en ese escenario no sólo informamos ‘con mucha propiedad’ de cuanto tema estemos cubriendo, sino que ponemos en tela de juicio la capacidad, formación y calidad del trabajo de maestros, profesores, médicos, mecánicos, ingenieros y vareadores de caballos.  Pero por casa ni idea de quién era, por citar un caso, McLuhan.
A diario cumplimos con una tarea que implica, inevitablemente, seleccionar datos, manipularlos (“así como el panadero manipula harina”, dijera Marcelo Jelen en Traficantes de Realidad) para producir lo que llamamos ‘noticias’. Es la información, tratada, que otros digerirán. ¿Qué pasaría, por ejemplo, si en los laboratorios de análisis clínicos carencias e irresponsabilidades del personal afectaran la información que se genera de las muestras? Los trabajadores de la prensa tendríamos tela para cortar durante días, semanas, meses. Pero nuestros errores -que los tenemos-, sin embargo, no parecen temas abordables. “No se tiene que hacer periodismo de periodistas”. Terrible.

Las leyes del mercado nos han metido, para colmo, la ‘necesidad’ de la primicia. Es importante ser el primero. Pasó a ser un valor periodístico más fuerte que el de la certeza, que lo verificable, lo ‘verdadero’. Como en los programas de preguntas y respuestas en los que compiten dos o más participantes, lo fundamental es apretar primero el botón que haga sonar la chicharra, aunque no estemos muy seguros que lo que tenemos para decir es, efectivamente, correcto.
En los laboratorios también hay necesidades de tiempo. Al de Florida llegan muestras de los más alejados puntos del país, y se procura tener sus resultados tal como si fueran del hospital mismo. Aun sea una meta la velocidad, se nota, cuando uno se acerca superficialmente, que ésta nunca está delante de la certeza. Está bien clara la prioridad. En el periodismo parece no ser así (en FloridAdiariO nos ha pasado de ‘errarle en el apuro’; por eso esto no evita la primera persona. También es de rigor, y como alimento básico para la credibilidad, admitir cuando ocurre; ser honestos, y no hacer como que nada ha pasado, pues sería una manera muy sutil de mentir, es decir tomarle el pelo a quienes nos leen).

A años luz de estructuras (por formación, etcétera) del modelo que nos pone como faro el Laboratorio del Hospital Florida, los trabajadores de los medios nos perdemos la oportunidad de querer mejorar la calidad de lo que producimos, y hacerlo de manera continua. Hay que probarlo. Tal vez, en una de esas, se nos vuelve un vicio.