OPINIÓN¦»La larga espada de la justicia llegó hasta el general Miguel Dalmao»

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La historia cuenta innumerables ejemplos, ha sido justamente ella, nos referimos a la historia, la que ha mostrado una y otra vez que la justicia «tarda pero llega» y que los pueblos que no tienen memoria están condenados a repetirla.

Ayer nuevamente hizo que ese viejo refrán recobre más vigencia que nunca, la larga espada de la justicia llegó hasta el general Miguel Dalmao como responsable de homicidio muy especialmente agravado, por la muerte de la ex militante comunista Nibia Sabalsagaray.

Este caso tiene una particularidad muy especial e importante ya que es el primero en nuestro país en que el procesado es un militar en servicio.

Son estos los sucesos que nos hacen hoy tener más que nunca confianza en la justicia. Justicia tan vilipendiada en muchos momentos pero que se levanta para honrar su nombre en estas ocasiones.

Justicia que nos hace comprender que no hay muchas posibilidades de escaparse de su brazo, por más poderoso que se sea o por más tiempo que haya pasado.

Son este tipo de casos los más emblemáticos y significativos porque condenan el terrosimo de estado, que cuando funciona lo hace bajo un supuesto manto de impunidad, amparándose también en las más burdas mentiras y falsedades para encubrir sus crimenes.

Nibia Sabalsagaray era una militante de la UJC que fue detenida por las fuerzas represoras el 29 de junio de 1974 y que murió en una sesión de torturas a la que estaba siendo sometida. Fue entregada en un ataúd cerrado a sus padres diciéndoles que se había suicidado, lo que por supuesto no era verdad.

Para volver a comprobar que en este mundo hay gente capaz de cualquier cosa el abogado de Dalmao, Miguel Langón, basó su defensa en que se trataba de un caso de suicidio.

Para nuestra fortuna la justicia tiene funcionarios que la honran como  el juez Rolando Vomero y la fiscal, Mirtha Guianze, que sin miramientos ni dudas hicieron caer todo el peso de la ley sobre este criminal.

Nada de lo que ha pasado fue en vano porque finalmente llegó la justicia. Que es una voz de alerta para los genocidas que aún permanecen impunes  y es un claro aviso para «algún trasnochado» de que aunque no parezca la «justicia tarda pero llega».

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