Enciso Sol IIOPINIÓN – E.M.M.

Luis Eduardo González se ganó el mote de “sordo podrido” por parte de muchos militantes de izquierda porque, instancia electoral tras instancia electoral, anunciaba quién ganaría las elecciones no dando por más votado al Frente Amplio.

El propio González, hace ya algunos años, habló de esto mismo en una entrevista con Voces, explicando que la pregunta solía ser “¿por qué este sordo podrido dice lo que dice?”

El caso es que anunciaba los resultados en un ámbito en el que tal vez se deseaba que el FA no ganara las elecciones, teniendo a su lado a Néber Araújo. El “sordo podrido” no hacía más que dar a conocer lo que surgía de sus encuestas, para las que se preparó no sólo en Uruguay, sino también en otros países, entre ellos Estados Unidos. Subjetividades, estadísticas, conocimientos que van desde lo medular de las humanidades a las matemáticas; probabilidades, márgenes de error, y mil elementos más jugaban para poder salir al aire a decir, con cierta duda incluso, “todo indica que ganaría Sanguinetti”, y ganaba Sanguinetti; “todo indica que ganaría Batlle”, y ganaba Batlle. No decía “todo indica que ganaría Tabaré Vázquez”, y eso ofuscaba. De todos modos, no ganaba Vázquez.

El resultado de las encuestas surgía después de consultas telefónicas o puerta a puerta a un tipo de público que reunía determinadas características, un público georreferenciado, para diagramar una pequeña escala del electorado y su comportamiento. Y daba un resultado. Pero antes de reflexionar acerca del resultado que Luis Eduardo González revelaba, la parte que veía que esos números no le convenían y que decían algo que no quería escuchar, solía ofuscarse con el politólogo. “Sordo podrido”, decían, y se juraban tener más que claro que González estaba “torciendo” el escenario, “manipulando” los datos, para favorecer otros.

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La ‘compulsa’ de CW33 no es una encuesta porque no cuenta con los elementos científicos básicos para serlo. Quienes la llevan adelante carecen además de la formación en el área para hacer una encuesta propiamente dicha. Pero nunca escuché a Ruben Mario del Castillo decir que es una encuesta. Ha sido cuidadoso en bautizarla ‘compulsa’, y sobre esos términos se ha manejado. No mide científicamente aprobación, pero sí hace algo muy parecido y el procedimiento -no tengo elementos para pensar lo contrario- es bastante claro. Se llaman a muchos números telefónicos al azar y a quien va atendiendo le preguntan si a la gestión departamental la aprueba, desaprueba o si ni una cosa ni la otra. Las llamadas van en determinada proporción, localidad a localidad, según lo que represente cada una de éstas en el departamento. Sin embargo sus resultados suelen ser cuestionados por quienes ven allí lo que no quieren ver. Por ejemplo: la última compulsa da que, a poco más de dos años y medio de haber comenzado la administración Enciso, el 81,5% de los floridenses llamados respondieron que la “aprueban”. No quiere decir que tenga un 81,5% de ‘aprobación’, pero sí que el 81,5% de los llamados al azar respondieron que aprueban, lo que ya es un dato en sí mismo.

Cuando para las elecciones departamentales de 2010 la compulsa tenía al Partido Nacional con un leve margen por encima del Frente Amplio, los cuestionamientos surgidos desde actores de la izquierda local eran claros: señalaban que la radio, con la cual Giachetto no estaba en buenas relaciones en ese momento, pretendía jugar a favor del Partido Nacional generando datos que incidieran en ese sentido. Ese cuestionamiento, entonces, sugería que las llamadas no eran realmente ‘al azar’.

Sucedió que ganó Enciso, y por un leve margen, incluso cuando las encuestadoras que siguieron un procedimiento científico daban la ventaja, leve también, a favor del Frente Amplio.

Los motivos del acierto los desconozco, pero merecen un razonamiento inmediato: la compulsa, aunque no sea encuesta, algo dice; arroja números a atender, a leer, y no puede un partido político negarse a observarla porque “la hacen para favorecer a Enciso” y “no llaman al azar”. ¿Qué elementos hay para afirmar que es así? ¿Que quien la hace puede desear que la aprobación sea alta? ¿Que desearía que el FA no gane las próximas elecciones? ¿Que la compulsa se asegura un lugar en la radio porque dará números que desnudarán conformidad de buena parte de la población con la gestión de Enciso? Esas respuestas, aunque bien pueden ser imaginables, no tienen relación directa con el resultado, que es lo que hay que leer.

En todo caso podría objetarse por qué la gestión de Enciso genera muchas respuestas de ‘aprobación’, a sabiendas entre otras cosas que ha trazado una efectiva estrategia de control de algunos medios de comunicación y de ‘buen relacionamiento’ con otros; y que en tal sentido ha manejado muy bien un elemento intrínseco a la opinión pública: la percepción.

¿Cómo se da eso y cómo atacarlo? (lo que quiere decir ‘cómo pararse ante un escenario en concreto’), es en todo caso la gran pregunta que deben hacerse los que hoy ven que los números no les favorecen, para diagramar planes, trazar estrategias y salir a ejecutarlas.

Poco podrá cambiar aquel que luego de escuchar la compulsa se concentre en buscarle la falsedad a la misma para convencerse que esos números son irreales, que han sido manipulados, y decir, con una sonrisa en los labios y una exhalación de alivio, que la realidad de uno mismo es mucho mejor de lo que dice la radio.