El sutil y mordaz también tala. ¡Qué joder!

Juvenal os saluta, altardelapatrialteños espiados por Ferro y apajarados por el Señor Feudal vierístico.

Ningún acontecimiento está desprendido de sus antecedentes.

Que «le cunda» el orgullo al historiador Lamal Tero, y se anime a desdecir al atrevidote Juvenal… ¡A que no!

«POR ALGO SERÁ», dice el dicho popular. Y todos sabemos lo sabio de los dichos populares. Resumen la sapiencia de la pópulis. Que suele votar más con el estómago que con el cerebro, pero que siempre va anotando consecuencias, aunque no diga ni haga nada. Inclusive, aunque siga votando en contra de sí misma. Tal es la condición humana.

Ved la primera toma: los carreros cercando la Intendencia de Giachetto. Época, también, de campamentos de «guardahilos» antelísticos puestos a dedos rosados, muchos amarísticos. Época de oposición para la pajarera, cuando Mostacho Blanco del Museo salía a fotografiarse en los basurales. Cuando Del Grado y Rey de Reyes eran colorados. Cuando un conocido abogaducho hijo de abogado era «independiente», mejor dicho, era PIMIERÍSTICO. Cuando en WC33 había un consultorio jurídico al aire, porque el profesional estaba aún buscando conchabo. Después le encontraron, oh causalidad. Perdón: «casualidad». Era la época en que una hermosa JAKEABA al FA. Ahora le llegó el momento pancista a Pan Adolfo. DALE no mássss…

La verdad es que al Giachetto tampoco taló la tala, y cuando vino el momento en que, encisivamente, hubo que pagar favores a los carreros que nunca aceptaron ser reciclados ni como bloqueros ni como nada, el pobre monte nativo terminó de pagar el pato, y el río terminó de llenarse de arena y algas, y los bidones de agua mineral, y proliferaron los purificadores de agua de OSE. Y la Calzada devino en basural, y aguas abajo de la pasarela ya nadie pudo bañarse más. La florida Santa Marta, apajarada definitivamente.

Mientras, los «custodios del Altar de la Patria» no custodiaban ni el monte ni el río que originaron a la florida Florida de 1809. No. Ellos no custodiaban. Sino que ESPIABAN a los «peligrosos» ciudadanos no rosados. De la mano del ahora prófugo Ferro. «Obediencia debida», que le dicen. En plena democracia. Contaminaciones de todo tipo y calaña en Santa Marta florida.

Es lógico que, así, esa siembra haya generado esta cosecha: ya no solamente los carreros talan, ya no aguas arriba de la ciudad, ya no de noche ni en lo profundo del monte. ¿Pa qué?

No sirve que Mac Arena salga a gargantear que «la foto fue insidiosa porque el Benemérito llevaba sólo ligustro». En esos permisos para ligustrear, y vender sin pagar impuestos, estuvo el inicio del crimen de los talas y los coronillas.

El desastre es tal, que hasta da para que el impresentable chijeteador de «ruindades», el Aro que Cena, salga a criticar a quien lo salvó de su crisis más cruel, El Señor Feudal vierístico, diciendo que «el río se está muriendo».

La leña fue incautada. ¿Quién garantiza que no va a terminar en algún fogón de alguna chacra de placer, para brasear algunos de los asados destinados a congregar a los correligionarios ya en pleno éxtasis pre electoral? Como se acostumbra y todos lo saben, dicho sea de paso… DALE que va… y viene…

¡A dar la cara, DALE!