La Policía de Florida procura dar con el paradero de Mónica Gisel Cuello Prado, una mujer de 43 años que trabaja en el establecimiento “El Porvenir”, un tambo ubicado a 23 kilómetros de Florida, en el centro norte del departamento, en una zona conocida como “Picada Larga”.

M. trabaja desde hace un buen tiempo en el lugar y es madre de cuatro hijos, dos de ellos menores, niñas de 8 y 11 años, con quienes convivía pero que en la jornada del jueves, fueron llevadas con su padre, en Florida.

El dueño del establecimiento, Ruben Rava, dijo a FloridAdiariO que conocía la situación de pareja entre ella y Ángeles Alberto Cabrera (42), un changador de la zona de La Macana, a unos 15 kilómetros del tambo que, a veces, visitaba a la mujer.

M. trabaja con Rava en otro establecimiento, pero meses antes de trasladarse, el hombre con quien mantenía relaciones fue enviado a prisión.

“Se sabían los antecedentes de antes pero era una relación de pareja. Nosotros no nos metíamos. Después que él fue a prisión ella se vino y estaba acá”, dijo Rava.

Vecinos de La Macana indicaron que él ya había tenido problemas con una pareja anterior, de la cual terminó separándose.

Luego, tras mantener relación con M. el hombre tuvo varios episodios violentos. Y de acuerdo a reportes policiales, en abril de 2019 ella sufrió una agresión que fue denunciada. Después, fue condenado a 11 meses de prisión efectiva y en marzo estaba previsto saliera en libertad. 

Tras la reclusión, fuentes policiales indicaron que la mujer siguió con la relación, mantuvo contacto con su pareja en prisión y, cuando salió “volvió al establecimiento. Él venía acá y teníamos medio previsto que algo podría pasar”, repasó el propietario.

La madrugada del viernes el ordeñe terminó sobre las 03:30. “Se la llevó a la fuerza, en la camioneta y se fue con ella”.

Los compañeros de trabajo llamaron a la Policía. Los agentes llegan desde la Seccional 8va. de La Cruz, a unos 18 kilómetros, pero no encontraron a la pareja.

Después, y en un detalle que es parte de la investigación, la camioneta apareció en el camino interno del establecimiento sobre las 5 de la mañana. Había huellas, rastros de sangre y signos de violencia. La guantera estaba destrozada. Además, estaba la billetera del hombre y un par de lentes de sol de la mujer.

De allí la búsqueda se volvió intensa.

Los agentes iniciaron un rastrillaje pie a tierra con al menos 25 efectivos. Luego se sumó la unidad aérea de la Policía con un helicóptero.

Además, el dueño del establecimiento guió a los agentes por algunos lugares “claves”, como una cantera, la costa del río Santa Lucía Chico a unos 3 kilómetros y otros puntos del lugar.

Los agentes también recorrieron otros establecimientos y caminos internos.

Ahora, parte de la búsqueda se orienta a tratar de establecer las últimas comunicaciones, primero procurando hallar algún teléfono celular y luego analizando otros datos, según indicó el Jefe de Policía de Florida, Ruben Saavedra.

«De allí se fueron de alguna forma, en algún vehículo y no se descarta ninguna hipótesis. Soy optimista y si alguien tiene algún dato al respecto, lo recibiremos con total reserva», agregó Saavedra.