María L.* (62) se tiró de una camioneta que manejaba el principal sospechoso de la desaparición de Amparo Fernández. La había atropellado y le dijo a su víctima que “cumplía órdenes”. Un penoso hecho de violencia que, según María, “estuvo tapado y si se hubiese conocido no mataban a Amparo”.

El año 2010 quedó marcado en el cuerpo de María. No solo en lo físico por sus múltiples golpes y fracturas. Sino también por el recuerdo de una experiencia aterradora que aún ella no se explica como no se conoció hasta el momento.

En esa experiencia participó L.D.O., empleado en la estancia donde vivía.

Ese año, una serie de desavenencias con su pareja terminaron mal. La separación implicó el alejamiento. Pero no mucho. Terminó viviendo en el mismo lugar, en otra construcción.

Eso fue peor.

“Me hicieron la vida a cuadritos. Me denunciaban hasta por una yegua que era mía. Me denunciaban por la leña. Me controlaban las 24 horas y hasta habían planificado que no tuviese leña en el invierno.

¡Controlaban el humo que salía de la chimenea! Y hasta llegaron a denunciar que me robe leña”, cuenta en un relato sorprendente y desgarrador por momentos.

«Me hicieron la vida a cuadritos. Me denunciaban hasta por una yegua que era mía. Me denunciaban por la leña. Me controlaban las 24 horas y hasta habían planificado que no tuviese leña en el invierno».

Más desconcertante para María: “Me hacían ir a declarar por estupideces, caminando, desde la estancia”.

María llegó a caminar hasta ocho kilómetros en una oportunidad para declarar por “robos” en su propia casa.

La situación se agravó. Y María reveló un detalle macabro.

“Me iban a matar. Escuché que lo hablaban y me puse alerta. Meses así. Siempre en alerta porque sabía”.

Así, contó que una vez vio llegar a LDO con su ex pareja y apagó todas las luces. “Habían puesto un chiquilín para cuidarme y les dijo que yo no estaba porque no había luz.

Ellos creyeron que ese era el momento y fueron a buscarme. Yo me quedé quieta en una esquina de la casa y vi como me buscaban en el potrero. No me encontraron y se fueron”.

La voz de María se entrecorta. Recuerda. Llora por momentos. Y vuelve al hilo del relato.

“El calvario” continuó. Y el momento que María sospechaba, llegó.

“Veníamos de un velorio. Llegué a la estancia con una pareja amiga en otro auto. Me bajo, pero él – L.D.O. – siguió en la camioneta.

Me llamó la atención que dejó el portón abierto. Yo iba por el trillo.

Cuando llegó al final de la estancia, giró en u. Y volvió”.

María se salió del trillo. Es lo último que recuerda antes de recuperar el conocimiento.

Entonces, ya estaba en el suelo. Sentía los golpes en sus costillas. Cayó en la caja de la camioneta. Y otra vez perdió el conocimiento.

Volvió a despertar. No sentía las piernas y parte de su cuerpo estaba entumecido. “Estaba quebrada pero no sentía nada. Estaba adelante. El manejaba con las dos manos porque estaba aprendiendo. Le pregunté –´¿Por qué haces esto? -Cumplo órdenes’, me dijo”.

Ese detalle motivó a María para intentar agarrar el teléfono. “Vi mis cosas. Y pensé que podía agarrarlo. Cuando lo intenté él bajo la mano y me quedé quieta. Pero me pregunté: ¿Y ahora? Yo sabía que era lo último. Algo tenía que hacer”.

Aunque “estaba mal de casi todo, no tenía arcadas y me puse a hacerlas para poder agacharme, moverme. Cuando él no miró, pude agarrar el teléfono y lo metí bajo la campera y me quedé así, apretada, para que no se diera cuenta”.

El tiempo pasaba. María pensaba ahora como podía marcar pero no encontraba posibilidad.

En determinado momento vio luces. “Estaba llegando a algún pueblito, a algún lugar pero no sabía dónde era”.

L.D.O. venía rumbo a Sarandí Grande por un camino vecinal que une Flores por ese tramo.

El camino ingresa a la ciudad norte de Florida por un cruce de vías férreas.

“Lo vi al cruce y había un carrito grill. Había gente y pensé: es esta oportunidad.

Abrí la puerta y me tiré”.

“Auxilio, auxilio”, escuchó una pareja que corrió rápidamente hacia la mujer. L.D.O. protestó: “Esta mujer se tiró”. Y se fue.

“Pero los datos los llevó la Policía de Flores y se llevaron también los detalles médicos. Yo conté todo en el hospital. Tres veces me llamaron para cambiar las declaraciones. Y se porque pasó eso. Un policía, bueno, se agachó y me dijo: busque ayuda por otro lado”

La mujer fue llevada al hospital de Sarandí Grande. “Pero no me podían hacer nada, ni placas y yo me quería ir a Flores”.

Al fin llamó y dio aviso. “Pero los datos los llevó la Policía de Flores y se llevaron también los detalles médicos. Yo conté todo en el hospital. Tres veces me llamaron para cambiar las declaraciones. Y se porque pasó eso. Un policía, bueno, se agachó y me dijo: busque ayuda por otro lado”.

Una y otra vez, María insiste en acusar complicidad de algunas autoridades porque el caso no fue tomado con la gravedad que supone. “Antes de entrar al hospital de Flores fui a la estancia a buscar mis cosas. Estaba la Policía. Preguntaron por él y llegué a escuchar: llévala porque se puede complicar”.

La mujer contó que como estrategia, procuró que su caso llegara de alguna forma al Juzgado a través del médico forense, al cual pudo contactar.

“Le dije a mi hermana: llévame a la médica que él atiende. Hablé con él, prácticamente como escondida y no podía creer que no hubiese un parte policial. A él tienen que avisarle y no le dijeron nada”.

El entonces forense de Flores, Dr. Horacio Rodríguez Osores prometió ayudarle.

“Él me dijo que iba a llevar el caso al juzgado y lo hizo”. Pero no pasó mucho más. “La Policía preguntó por él (L.D.O.) pero no pasó mucho más”.

El caso terminó archivándose.

María no podía creer cuando escuchó que Amparo Fernández estaba desaparecida y que el implicado era su ex empleado.

“Lo que he llorado. Horrible. Yo conté todo pero nunca salió a luz. Además, él no habla. Le dije a la Fiscal: no busquen en el agua porque no está. Estará enterrada no muy lejos de la estancia.

 Si hubiesen hecho algo por mí capaz que Amparo estaba viva”, dice entre lágrimas.

María ya fue contactada por la Fiscalía de Florida. “Fui cuando pude caminar. Estuve 45 días inmóvil para que pegaran los huesos”.

Después, su caso se reabrió y la Fiscalía de Flores siguió con el proceso.

La abogada de María, Dra. Virginia Bidegain contó a FloridAdiariO que el procedimiento es por el código anterior. Y que L.D.O. fue procesado con prisión por lesiones graves culpables.

Pero la defensa supone que habrá una apelación porque la Fiscalía sostiene que es una tentativa de homicidio.

“Acá lo importante es que hubo un procesamiento con prisión por lesiones culpables. Como principio es bueno, si tenemos en cuenta que es un caso tan viejo y se pudo reflotar”.

La Fiscalía también solicitó que se eleve el expediente civil por la situación de violencia familiar.

“Al fin, al fin un poco de Justicia. Pero espero que este desgraciado hable”, concluyó María.

¿Cómo es L.D.O. según su víctima?

«El no habla. No habla mucho. Tiene actitudes raras. Una vez cortó el cuello de las ovejas y las soltó al potrero. Imagínate. 

Otra vez, me mató los terneros, con el cuchillo. Y es de mostrar el cuchillo, como mostrando la habilidad. Cuando le pregunté porqué hacia esto, contestó: cumplo órdenes y no habló más». 

 

(*) El nombre de la víctima fue cambiado para preservar su identidad por decisión de este medio.