Se trata del caso de una mujer que fue encontrada en el arroyo Pantanoso, en el norte de Florida en diciembre de 2018.

Este lunes, la Dra. Victoria Abraham condenó a 24 años de prisión por homicidio especialmente agravado por femicidio a Basilio Miguel Díaz Ferreira (55).

Una intensa investigación de la Policía, Fiscalía e Instituto Forense determinó elementos claves para la condena y estableció que el hombre mantenía una relación de constantes amenazas, discusiones y violencia antes de asesinar a la mujer.

EL HALLAZGO

El 23 de noviembre de 2018 fue la última vez que se vio con vida a Gabriela Cardozo.

Desde ese momento, sus allegados -que conocían la situación- ya imaginaban el terrible desenlace.

El 2 de diciembre, a las 14:15, un pescador, C.G., se encontraba en el arroyo Pantanoso de Castro, 26 kilómetros al este de Sarandí Grande.

Un olor nauseabundo llamó su atención.

En el agua, algo flotaba. Se acercó. Pensó que era un animal. El cuerpo de una mujer imposible de identificar yacía allí, boca arriba y con un peso llamativo para su contextura.

El arroyo está en un bajo. No tiene gran caudal y forma una suerte de pequeña laguna en la margen derecha. Tres agentes llegaron.

Rígida, con marcas en los brazos y de entre 20 y 35 años. Nada más. No había denuncias en la zona.

El fiscal de entonces, Fernando Pérez, junto con el Sub Jefe Ruben Saavedra, el forense Claudio Rabotti y más agentes relevaron la escena junto a Policía Científica.

Con un gancho comenzaron a retirar el cuerpo. Más pesado de lo habitual, notaron que había algo más. Una viga de cemento estaba atada de sus brazos y espalda. Una piola, ajustada tres veces, la sujetaba.

Tenía, estimado, una semana de fallecida y tres días en el agua, por lo menos.

La autopsia determinó que tenía heridas en la cabeza, el cuello y el tórax. Recibió golpes, al menos, pero no quedó claro el origen de éstos.

No obstante, todo indicada un caso de homicidio. Y, además, el intento de ocultar el cadáver.

Imposible de reconocerle, un equipo llevó instrumentos a la morgue y extrajo las huellas de la mujer.

LA VIOLENCIA

El 7 de diciembre fue identificada. Gabriela era oriunda de Sarandí Grande, pero desde pequeña había vivido en el departamento de Maldonado, en Pan de Azúcar.

Luego construyó una casa en Parque del Plata. Allí vivió con su ex pareja y criaba a un hijo de 16 años.

Desde hacía un año y medio estaba en relación amorosa con Basilio Miguel Díaz Ferreira, hoy de 55 años. Su convivencia iba de Parque del Plata a Montevideo. El hombre tenía una casa en el barrio Manga.

El 5 de agosto de 2018 se conoció el primer caso de violencia de la pareja. La mujer llamó a la Policía.

“Comenzó a discutir con ella, le rompió su teléfono celular y le tiró la ropa fuera de su casa”, dice el informe policial.

La Policía le recomendó alejarse. Se fue a Parque del Plata. Después, llegó la amenaza.

Le envió una mensaje. “Que se cuidara porque sabía que estaba sola”.

15 de de octubre. La mujer llama a la Policía. Otra vez.

“Estaba muy violento. Llegó a la casa, rompió varios objetos y la amenazó”.

Se descontroló y le solicitó de manera muy agresiva que se fuera de su casa amenazando con “matarla de un tiro”, ante lo cual ella muy asustada le dice que sí se iría y le pidió que la llevara a la parada de ómnibus para así volver a su domicilio, ya que no contaba con medios propios para hacerlo. Éste accede a lo peticionado pero al llegar a la parada de Hipólito Irigoyen antes de que ésta pudiera bajar del auto la tomó de los brazos y la sacudió por lo que G. comenzó a correr y él a perseguirla hasta que al ver que habían más personas allí las cuales ayudaron a la victima volvió a su auto y se retiró del lugar”.

Las medidas no demoraron. La jueza María del Rosario Montans dispuso una medida cautelar que le prohibía comunicarse, acercarse a ella a menos de 300 metros, ni frecuentar lugar de trabajo, ni subir fotos o videos a la redes, ni establecer comunicación por terceros, todo por un período de 180 días.

EL CAMBIO

Es a través de las declaraciones de familiares que la Justicia conoce más de la turbulenta relación.

“Él la aislaba, la alejaba de la familia. La llevó dos veces a mi casa por cinco minutos y nada más. No la dejaba sola ni un momento, ni para estar conmigo.

Antes de estar con D. ella se llevaba bien con el padre, después nada… Díaz era posesivo”, declaró la madre.

Tristemente, el hijo abandonó a su madre. Detalló la causa y contó que fue abrumado por la violencia.

Era constante la persecución del imputado, jamás dejaba sola a su

progenitora a tal punto que él debía visitarla en las afueras de su casa viendo como el agresor los vigilaba desde interior, mirado por la ventana.

Además recordó dos episodios de violencia acaecidos en el año 2018. En ambos Díaz había ejercido violencia física hacía su madre.

Ésta lo llamó desesperada solicitándole que concurra a auxiliarla a su casa ya que Díaz estaba fuera de control, rompiendo todo lo que tenía a su alcance y agrediéndola físicamente.

Asimismo, su testimonio da cuenta que Díaz durante esos episodios de agresividad, solía romper electrodomésticos y todo objeto que tuviera a su alcance, agrediendo además con golpes de puño y amenazas a su progenitora.

El adolescente manifestó que su madre toleraba a Díaz por necesidad, “por el plato de comida” ya que de otra forma no era razonable que ésta soportará sus maltratos y lo tóxico de esa relación, llegando incluso a presenciar un intento de autoeliminación de su madre, mediante la ingesta de psicofármacos ya que le manifestó “desde que estoy con M. estoy cansada de vivir así».

ESTUVO ALLÍ

Las pericias en los teléfonos celulares determinaron que las peleas también se daban por ese medio. A su vez, se detalló que la mujer tenía conocimiento de una relación paralela entre su pareja y otra mujer.

Según las averiguaciones, el 22 de noviembre, la víctima llegó a la casa de su pareja.

La última actividad en su teléfono celular se dio en la mañana siguiente cuando el hombre le envió un mensaje en el que le preguntaba: “¿Te fuiste de nuevo?”. El cual ella no contestó. Él reiteró la pregunta y nada.

“Los dos minutos en los que aparentó estar preocupado no se condicen con las acciones desplegadas posteriormente. Nótese que en los 15 días posteriores a ese 24 de noviembre nunca intentó comunicarse con ella por ningún medio”, dice el parte judicial.

Cuando fue indagado en la Justicia, el hombre declaró que se trató de una noche tranquila y que “solamente” discutieron por la compra de una máquina de coser.

El imputado intentó eliminar toda la información de su teléfono así como también los lugares que había visitado. Pero la información fue recuperada por la Policía. En setiembre de 2018 le había mandado un mensaje que decía: “Estas muerta, rata”.

Varias cámaras de videovigilancia ubicadas en la Ruta 5 determinaron que en la tarde del 24 de noviembre, el hombre se trasladó desde Montevideo hasta Florida en su auto. Luego, se lo vio nuevamente cargando combustible en una estación de servicio de Trinidad, Flores.

Según las averiguaciones, entre un momento y el otro tuvo tiempo suficiente “como para descartar el cuerpo en el lugar donde fue localizado”.

La declaración de dos testigos que hacían trabajos rurales en la zona fueron claves, ya que señalaron que habían visto el vehículo en las inmediaciones del arroyo.

La Dra. Victoria Abraham indicó tras la audiencia que en efecto uno de los testigos confirmó su declaración y ubicaba al asesino en el día que la mujer había desaparecido.

Por su parte, el femicida dijo que la última vez que había visto a su pareja fue en la noche del 23 de noviembre cuando durmieron juntos, pero que al despertarse al día siguiente ella no estaba.

Antes, tomó unas cañas de pescar y artículos de campamento, y se fue con destino a la represa del Palmar.

Luego de algunas horas allí, dijo haber recibido una llamada de su hermana que le informaba que había problemas con el suministro de energía eléctrica en la casa de sus padres y decidió regresar a Montevideo.

Esas palabras no fueron suficientes para convencer al fiscal, quien solicitó su formalización.

Las evidencias señalaron que estuvo en el lugar de los hechos y su actitud, luego de la muerte de su pareja, fue determinante. El hombre no asistió a su velatorio y no se comunicó con la familia.

CONDENA Y JUSTICIA

Díaz Ferreira “no reconoce los hechos”, dijo Abraham. Por ello la investigación de cada uno de los técnicos fue clave.

Así lo consignaron las titulares de la Fiscalía de 1er. Turno, Dra. Lucía Nogueira, Dra. Marcela Pandolfi y Dra. Marcela Fachelli que habían solicitado una condena de 27 años de prisión para el imputado.

Su primariedad absoluta le evitó tres años.

El equipo fiscal trabajó sobre 18 carpetas de prueba, cada una con decenas de elementos, que fueron parte del juicio oral de cinco audiencias donde la defensa intentó rebatir la prueba pero no convenció a la Justicia.

Fuentes de la investigación indicaron a FloridAdiariO que incluso en algún momento, el implicado intentó cambiar su ruta de ida a pescar y el destino, pero se estuvo atento al detalle y también se pudo cotejar con pericias.

“Los tiempos no coincidían con ese cambio y sí con el cual le habría implicado llegar hasta el arroyo y luego seguir a Palmar, trayecto donde se lo ubica por cámaras y por el relato del testigo”.

Además de agradecer a la Unidad de Litigación de Fiscalía, agentes policiales, técnicos del Instituto Forense y cada uno de los testigos y familiares, las fiscales destacaron la importancia de que la Justicia “haya reconocido los hechos que se alegaron y probaron”.

Entre los elementos analizados, se probó que el cuerpo llegó sin vida al lugar.

“Si bien no se puede determinar el hecho que dio muerte en sí, el cuerpo tenía al menos entre 7 u 8 días” de fallecido al momento de su hallazgo, explicó Fachelli.

Abraham corroboró el detalle: “Se desprende que la muerte ocurrió en su casa y luego le trasladó”.

Para Pandolfi hubo conformidad en cuanto al trabajo realizado y la acción de justicia.

“Estamos conformes, creemos que se hizo justicia y esperamos que la familia de la víctima así lo entienda ya que este trabajo fue muy importante”.

Finalmente, Abraham sentenció que la investigación pudo determinar que Gabriela Cardozo «sufrió violencia física, psicológica y patrimonial» y que, aunque «nunca reconoció los hechos», hubo «abundante probanza para concluir el juicio».