aviso empresa
Un aviso de la sociedad anónima que promocionaba los servicios. Foto: redes internet.

El 21 de agosto de 2012, Richard Gordano y D.M.P.C. (19), conformaron una sociedad anónima. La empresa estaba destinada a servicios agrícolas. Siembra directa, preparación de tierra, trabajos con excéntricas, disqueras y traillas, hilerado y enfardado, era parte de lo que ofrecían con una importante inversión en maquinarias.

Negocios por varios miles de dolares eran parte de la operativa de los socios.

A la sociedad “se había llegado luego que el ahora productor fallecido, fuera parte de una estafa a Conaprole que lo obligaba a no poder tener bienes a su nombre, ya que era pasible de un embargo”, se indicó a FloridAdiariO.

El detalle, por el cual aún se buscan conexiones que no se descartan, obligó a Gordano a confiar en un joven con buenas ambiciones en su vida: estudios, preparación universitaria y ahora dinero para impulsar una vida de trabajo.

Su “carrera” fue rápida. En pocos meses era el representante de una novel empresa, y lo más importante: era el titular de una abultada cuenta bancaria.

Empero, no todo era color de rosa. Aunque Gordano no tenía dineros a su nombre, ambos sabían que el antes productor lechero era arte y parte de la sociedad, y también de problemas “menores”, uno a uno, que se iban acumulando, siempre por cuestiones de dinero.

Su socio llegó a publicar en un perfil social que “quería la camioneta”, y expresiones de incomodidad cada pocas semanas, que hoy, se aprecian como claras molestias con Gordano.

La mañana del 16 de julio amaneció a las 6 para Gordano y su socio. Iban a montear en la chacra más alejada del establecimiento de ruta 5. El mismo donde en una oportunidad la policía había esperado pacientemente para detener a Gordano, aunque ahora la idea era que no hubiera testigos.

La operativa fue premeditada. El primo del joven socio, J.G.P.C. (26) también con preparación y desempeñando tareas para firmas agropecuarias de peso y próximo a concretar nuevos negocios con su familiar, debería ser clave para el avance de sus futuros.

El joven debía ejecutar a Gordano. Además, con un arma propia en lo posible. Así fue que le quitó el rifle a su padre, sin que éste lo supiera. Lo cargó, esperó en el monte, y dos horas después, apuntó y comenzó a disparar.

En forma macabra, y sin poder darle muerte en el primer disparo a Gordano, tiró en cinco oportunidades y tres, fueron por la espalda.

El joven socio iniciaba la otra parte del plan. Se alejó, llegó a la casa de su compañero, estuvo con su esposa e hijos, y suponía que con no decir nada, bastaría.

La mujer ya se había enterado. Fue una de las que recibió una llamada de advertencia de que estaban matando a su marido, el cual además ya se daba por muerto, despidiéndose de sus hijos.

Un vecino, Abel Hernández, sintió los tiros. Presumió cazadores inicialmente, hasta que también recibió una llamada que lo llevaría a tener que lidiar con la peor parte.

Abel agarró el tractor y fue a auxiliar a su vecino. Cuando llegó, era tarde. Gordano yacía en el suelo frío del monte. Estaba “abrazado” de su teléfono como si el aparato fuera el último hilo de esperanza. La sociedad había llegado a su fin.

El primo huía de la escena lo más rápido posible. Venía raudo hacia Florida. Al pasar por el acceso de Paso Viejo se detuvo, arrojó el rifle, y siguió. No le sirvió de mucho. Al ser atrapado su primo, y confesión mediante, quedó involucrado.

Fue detenido. Y ambos terminaron por contar, cada uno su versión de los hechos que para la jueza Fernanda Morales, aún no están del todo claros.

El 17 de julio, cerca de las 10 de la noche, ambos fueron a prisión, en una nueva sociedad de los primos, que seguramente, era la que no estaba en sus planes.