«Hay marketing para todo. Todo, todo, es negocio», dijo Mujica en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, en una dura crítica al consumismo y la economía mundial.

Mujica inició su discurso poniendo un contexto histórico del Uruguay y de su pasado: «Alguna vez fui muchacho y quise cambiar el mundo, tras un sueño de una sociedad libertaria y sin clases. Mis errores en parte son hijos de mi tiempo; obviamente los asumo pero hay veces que grito con nostalgia quien tuviera fuerza de cuando éramos capaces de abrevar tanta utopía», apuntó.

Siguió con la actualidad de América Latina y su posición sobre la vigilancia internacional. «Cargo con las consecuencias de la vigilancia electrónica que no hace otra cosa que sembrar desconfianza inútilmente».

Inmediatamente, Mujica inició una dura crítica al mundo del consumismo, la economía y la política como parte de esa coyuntura.

“Hay una cultura siempre dirigida por la acumulación y el mercado. Una civilización que va contra la libertad que supone tener tiempo para vivir las relaciones humanas.

Somos felices alejados de entorno humano. Huímos de nuestra biología que defiende la vida por la vida misma como causa superior”, sostuvo.

Allí, criticó que la “política quedó engrillada a la economía y el mercado. No puede más que perpetuarse y como tal delegó el poder (…) y se entretiene aturdida luchando por el gobierno”.

Y entonces, volvió a señalar los problemas del mercado: “Hay marketing para los cementerios, para los padres, las secretarias, los autos y las vacaciones. Todo, todo es negocio.

Las campañas de marketing caen deliberadamente sobre los niños y su piscología para influir sobre los mayores.

El hombrecito promedio de nuestras ciudades transita entre las financieras y las oficinas con aire acondicionado, sueña con las vacaciones y la libertad, con concluir las cuentas, hasta que un día el corazón se para, y adiós”.

DESAFÍOS. Mujica se refirió a los desafíos de cambiar el mundo con varios cuestionamientos, donde, aclaró “cada estado nacional mira su estabilidad continuista. Hoy la gran tarea para nuestros pueblos es el todo”.

Dijo que “el mundo requiere a gritos normas globales que respeten logros de la ciencia. Pero no es la ciencia la que gobierna el mundo

¿Cómo se recicla y se presiona contra el calentamiento global? ¿Cuáles son los limites de cada gran quehacer humano? ¿Cómo se financia la lucha global por el agua, contra los desiertos?

¿Cuántos años hace que nos hablaron en Kyoto y no nos dimos por enterados?

Tal vez el mundo necesita menos organismos globales, que le sirven mucho a las cadenas hoteleras y compañías aéreas. Ni los estados nacionales grandes ni las trasnacionales y mucho menos el sistema financiero deberían gobernar el mundo humano”, dijo en tal sentido.

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