Escribe el sutil sátiro nunca suficientemente denostado en el Altar de la Patria: Juvenal.

¿No estará abierto aquel quiosquito, para comprar un gatorade?


No ma, Gatorade no… Mejor golpéele al Tatonacho para que vaya y le diga a su correligionario de la esquina, que es vete, y nos inyecte Caballorade…
Juvenal, voluteando a eso de las seis de la mañana, con estos dos matungos se encontró.

Se comunicó telepáticamente con ellos y este mensaje recibió: “El patroncito del peonacho que nos cuida, nos mandó pa Montevideo y nos sacó la brida.” “¡Allá asume Luisito, y es bueno que al sur enfilen, si no quieren que en el Frigorífico Florida los apilen.”
Seguro que ese USU no sabe que ya cerró, el logro titánico del pajarraco sin igual.
Nadie de la prensa andaba por la plaza del gran héroe maninesco. Llamólos Juvenal. “Es temprano y no amanezco, no joda Juvenal”.