El 29 de enero de 2020 la vida de Agustina cambió para siempre. Tras un infortunado siniestro, perdió parte de su pelvis y su pierna izquierda completa. Después de un año de tratamiento, la joven de 23 años va por recuperar su movilidad pero necesita una prótesis muy especial llamada cesta pélvica que tiene un costo de 7500 dólares.
¿Por qué necesita esa y no otra, como la que proporciona el Mides? Hay una sustancial diferencia, principalmente para Agustina: es muy difícil lograr que una joven de 23 años pueda estar quieta, en todos los sentidos. Y además, la que brinda el Mides, no le asegura completa movilidad, bañarse más cómodamente y no como lo hace hoy, sentarse por cierto tiempo, bajar a una playa y todo lo que implica, para que le quede claro al lector, hacer teniendo dos piernas.
Agustina, además, es una historia de resiliencia. Esto es, la capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas, en este caso muy traumática.
Después de una semana y media en coma, meses de tratamiento, reconocimiento a sí misma de su situación, aún recuerda: «Pensaban que no me iba a salvar pero acá estoy. Ese día íbamos a la playa, a Cuchilla Alta, con mi padre».
Y después: «No les puedo explicar el momento en que me desperté en el CTI. No entendía nada. Cuando me di cuenta que no tenía la pierna me quería morir.
No quería comer, está mamá de testigo que la echaba de la sala y no hablaba con nadie, no quería».
Tras esos desgarradores momentos que solo ella puede dimensionar, llegó el tener que aceptar. Su madre la abraza y la mira con orgullo. Sonríen. Seguramente saben, solo entre ellas, como fue ese proceso de revertir de alguna manera todo ese dolor.
«Desde los médicos hasta los limpiadores me hacían sentir como una más», contó a continuación respecto de lo que siguió tras entre dos y tres meses de inmovilidad. «Mi vista era la punta de los edificios, nada más».
Una serie de fijadores: barras de metal con tornillos y otros elementos que la mantenían fija en todo momento rodeaban su cuerpo. Nos mostró una foto, que preferimos no compartir.
Agustina siguió adelante. Otras operaciones que implican lo más íntimo y sensible para una mujer también eran importantes. Y Agustina ingresaba y salía de las salas de cirugía, primero de Comeca y luego del Clínicas. Y seguirá, además, otras cinco veces, ya que restan aún para «completar» la recuperación de su cuerpo.
Por eso, en el mientras tanto, es vital ir mejorando la calidad de vida, tanto desde el punto de vista físico como psicológico.
La prótesis que necesita se denomina cesta pélvica y tiene un costo de 7500 dólares. La joven podrá utilizar, mientras logra la recaudación para ella, «empezar a rehabilitarme con la Mides que aún está en trámite y después comprarme la otra en Uruguay o en el exterior».
El colectivo Red Pagos cuenta 74481 “Todos por Agus” es el medio para colaborar.
Su madre, María y su abuela, Laluz Fleitas, de 92 años, transmitió ese espíritu de lucha y dice que lo importante, es tener a su nieta junto a ella.
«Veo terrible lo que pasó, pero son cosas que pasan. Mi deseo es que se componga, pero estoy contenta de verla sentada conmigo. Perdió una pierna pero la puede recuperar de una u otra manera», dice su también incansable abuela.
«Agus» tampoco se detiene. Durante su tratamiento, el colegio High School de Florida la becó para que pudiese culminar el bachillerato. Cumplió en su complicado año pasando 5to. Realizará la orientación humanística y buscará una carrera de solidaridad. «Quiero hacer algo que me permita ayudar a los demás».
EL CAMIONERO LLAMÓ
Aunque los largos y extensos trámites legales siguen, en las últimas horas, Agustina recibió un llamado muy especial. A exactamente un año del siniestro, el conductor del camión se comunicó con ella, le indicó que sufre mucho por la situación y que el sindicato de camioneros está organizando un colectivo para ayudarla.
Agustina lo reconoce. Lo odiaba en su peor momento. Pero tomó el caso como una mala fortuna y ahora habla con él.
«El 29 él se comunicó conmigo para pedirme disculpas, para ponerse a la orden, decirme que está organizando un colectivo de parte del sindicato de los camioneros y qué él sufre mucho a diario.
Yo no quería saber nada, lo quería matar y no sabía muy bien las cosas. Él decía que me agradecía por no odiarlo, me quiere conocer y se puso a disposición.
Siempre hay cosas buenas para rescatar», reflexionó después sobre ese «perdón».
Los estudios de Agustina siguen. Y agradecida con médicos y enfermeros «y hasta con los limpiadores que me atendían como una más», dice que no tiene dudas de que su futuro seguirá mejorando.
«No tengo dudas que ellos buscan lo mejor para mí. Estoy en las mejores manos».